Otros de los titulares de la Hermandad es el Santo Rosario de Nuestra Señora, la oración mariana por excelencia de los cristianos. Por tal motivo, la Hermandad anima a sus hermanos a portarlo y rezarlo durante la estación de penitencia.
El rezo del rosario tiene sus raíces en el siglo IX. Se trata de la repetición de aclamaciones y alabanzas que aparecen en el Evangelio de San Lucas (el saludo del ángel Gabriel a María en Lucas y el saludo de Isabel a María en Lucas) hasta conformar el avemaría junto con un rico conjunto de himnos y oraciones propias de las liturgias orientales.
La popularidad y desarrollo del rosario se produjo en el siglo XIII, durante la oposición al movimiento albigense. Ante los enfrentamientos entre católicos y albigenses, Santo Domingo de Guzmán, fundador de la orden de los Predicadores (más conocidos como dominicos), promueve en sus misiones el rezo de una forma primitiva del rosario cuya devoción se hizo muy popular. Para el siglo XVI ya contaba con su forma manejada hoy: contemplación de los «misterios», credo, padrenuestro y avemaría como oraciones principales y las cuentas o granos como medio de llevar la oración.
Fue la batalla de Lepanto la que causó que la Iglesia católica celebrara una fiesta anual al rezo del rosario, ya que el papa Pío V atribuyó la victoria de los cristianos sobre los turcos a la intercesión de la Virgen María mediante el rezo del rosario. La fiesta fue instituida el 7 de octubre. Primero se la llamó «Nuestra Señora de las Victorias», pero el papa Gregorio XIII modificó el nombre de la solemnidad por el de «Nuestra Señora del Rosario».
Un fenómeno muy importante en torno a esta devoción fue el de los rosarios públicos o callejeros, que surgieron en Sevilla en 1690 y se extendieron muy pronto por España y sus colonias americanas. Eran cortejos precedidos por una cruz, que contaban con faroles de mano y faroles de asta para alumbrar los coros, y que estaban presididos por la insignia mariana denominada Simpecado. Fue la principal referencia de la devoción y en Sevilla llegó a haber en el siglo XVIII más de ciento cincuenta cortejos que diariamente hacían su estación por las calles rezando y cantando las avemarías y los misterios. Los domingos y festivos salían de madrugada o a la aurora.
Según la tradición católica, en 1917 en Fátima (Portugal) a tres pequeños pastores se les apareció la Virgen María, quien les reveló que cada vez que se reza un avemaría es como si se le ofreciera una rosa, de tal suerte que cada rosario completo sería una corona de rosas.